En los últimos tiempos, hemos visto la promulgación de regulaciones que buscan regular las escuelas privadas. Cualquier cambio regulatorio que apunte a una mejora para los estudiantes debe ser apoyado, pero ¿por qué solo se regulan las escuelas privadas?
Desde el sector de la educación privada hay grandes esfuerzos para seguir apostando por mejorar la calidad de la educación básica regular. Sin embargo, no podemos evitar ver con asombro que estamos cayendo en una sobrerregulación del sector que a la larga puede implicar desincentivos para seguir invirtiendo e implementando mejoras. Hay un grupo de escuelas privadas que no cumplen con las condiciones básicas de calidad, pero esto no debería ser motivo para reprimir todas las iniciativas privadas de calidad.
No es posible pensar en una mejora en la educación del país si solo se pretende regular al sector privado, dejando sin exigir regulaciones para la educación pública, que alberga al 75% de los estudiantes del país. Estas medidas pueden terminar profundizando aún más las brechas entre los dos sistemas. Cerrarlos requiere reglas que se apliquen a todos. Para este año, es importante asegurarse de que ningún niño pierda el año escolar y los planes de recuperación deben ejecutarse de manera eficiente. En el mediano y largo plazo, hay importantes tareas pendientes: eliminar la brecha digital, invertir en infraestructura y servicios básicos en cada escuela y resolver el tema de la docencia.
Diseñar políticas que tomen en cuenta la heterogeneidad que existe en nuestro sistema educativo debe ser una prioridad para el próximo gobierno, que debe apostar por la educación pública y privada en nuestro país.